I S S N (online)   2 0 0 7 - 9 6 2 1
Volumen 27 No. 2  doi: 10.15174/au.2017.1089 

Jaripeos Purépechas en Wendell, Carolina del Norte, Estados Unidos

Jaripeos Purépechas: Indigenous bull riding in Wendell, North Carolina, United States


RESUMEN

Se analizan los jaripeos que realizan los indígenas purépechas de la comunidad de Cherán, Michoacán, México, en los Estados Unidos de América, como parte de su tradición simbólica y cultural, basada en usos, tradiciones y el costumbre que recientemente han retomado y trasladado de la comunidad de origen a el otro lado, dentro de su equipaje cultural, que reproducen en momentos significativos como una manera de mostrar su identidad étnica.



ABSTRACT

We analyze the historic, symbolic, and cultural meaning of jaripeo (bull-riding) practiced in the United States by the indigenous purhepecha who originate from Cheran, Michoacan, Mexico. We consider the “uses”, traditions, and customs that have been recently taken up again, and brought from the community of origin to the other side, inside their cultural baggage. Bull-riding events are carried out on special occasions to show their ethnic identity.


INTRODUCCIÓN

En este artículo se analizan los jaripeos que los indígenas purépechas de la comunidad indígena migrante de Cherán, Michoacán, México, practican en Estados Unidos de América como una manera de mostrar su identidad étnica; rituales que reproducen en aquel país, prácticas y el costumbre que los caracteriza e identifica del resto de la comunidad migrante.

Este trabajo se divide en dos apartados: a>) fiestas purépechas en Estados Unidos de América, en el cual se muestran las diferentes festividades que los connacionales realizan en aquel país; b) en el otro se estudia un aspecto específico de la cultura como los jaripeos purépechas en Wendell, Carolina del Norte (NC).

Para la realización del presente trabajo se recurrió a la consulta de diferentes fuentes documentales: bibliográficas, hemerográficas, archivos e internet, encontrando que no existen trabajos que hayan documentado las fiestas y jaripeos de los purépechas que se realizan en los Estados Unidos de América.

Gran parte de la información que aquí se presenta es producto del trabajo de campo que se realizó entre los años 2012-2015, implementándose diversas técnicas y recursos metodológicos de carácter cualitativo y cuantitativo; tales como la etnografía, observación directa, participación acción, sondeos, muestreos, cuestionarios y distintos tipos de entrevistas en la región indígena purépecha en Michoacán, México, y en los Estados Unidos de América abarcando los estados de California, Texas, Mississippi, Luisiana, Arkansas, Alabama, Wisconsin, Illinois, Pensilvania, Michigan, Georgia, Carolina del Norte, Sur Carolina y Florida, la mayoría de estas entrevistas se realizaron en el idioma purépecha que es su lengua materna y que hemos traducido al español.

Una vez concluido el levantamiento de datos se procesó, sistematizó, analizó y argumentó para la confección del presente artículo. Nunca antes se me había ocurrido estudiar los jaripeos purépechas en los Estados Unidos de América porque pensé que era algo esporádico, que no tenía relevancia, sin embargo, el campo de acción me demostró que es trascendente, impactante y redefine la cultura de los grupos sociales como los indígenas purépechas de Michoacán.

Fiestas purépechas en Estados Unidos

En el estado de Michoacán existen cuatro grupos indígenas: mazahuas, otomíes, náhuatl y purépechas, estos últimos se localizan en el centro norte de la entidad y el idioma que predomina es el purépecha, la zona la conforman 13 municipios y las actividades que predominan son la agricultura de temporal, ganadería en pequeño, manufactura artesanal y la migración a los Estados Unidos de América (López, 2003).

La región indígena purépecha se divide en 4 subregiones: la Cañada de los Once Pueblos, la Cienéga de Zacapu, la Cuenca del Lago de Pátzcuaro y la Sierra Purépecha, en donde hay una cultura definida lingüísticamente, con una cosmovisión del mundo purépecha y el arraigo al territorio, de ahí que el ser indígena este asociado a ciertos estereotipos, estigmas sociales y etiquetas raciales, no obstante, se consideran indígenas a aquellas personas que hablan el purépecha o tarasco, que viven en la región y se identifican como tales, aunque lo indígena va más allá; adquiere mayor relevancia cuando se trata de estudiar la migración, ya que los migrantes se han encargado de trasladar parte de su legado cultural hasta los Estados Unidos de América, en donde se han asentado, reproduciendo sus prácticas identitarias y se niegan a que se pierda el costumbre en el otro lado. Por lo que:

El costumbre como tradicionalmente se traduce el término pindekua, es uno de los aspectos fundamentales en la caracterización de la cultura purépecha. No se trata […] de un estricto intercambio de regalos […]. El costumbre se presenta en una gran variedad, según las diferentes comunidades que lo practican […]. Por esta razón […] quiero solamente presentar algunos elementos del costumbre como se practica en Cherán, Michoacán, rituales culturales que se dan a lo largo de todo el año, durante las diferentes etapas del individuo y fuera del territorio (Jacinto, 1988: 81).

Desde luego que el concepto de cultura es amplio, polémico y discutible, sin embargo, este es el resultado del conjunto de conocimientos científicos, literarios y artísticos que la persona adquiere a lo largo de su vida; para que esto se logré inciden varios factores sociales, económicos, políticos, educativos, culturales y el entorno físico-geográfico. Siendo el cambio cultural la expresión teórico conceptual que denotan las múltiples formas en que las sociedades alteran sus pautas de cultura, la cual puede ser resultado de factores internos o externos.

En su definición clásica del concepto antropológico de cultura, desde el punto de vista etnográfico, Taylor señala que la cultura es ese complejo de conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualquiera de otras aptitudes y hábitos que el hombre adquiere como miembro de la sociedad (Taylor, 1975).

Mientras tanto, en la región de estudio existe una cultura étnica que adquiere sentido basado en usos, tradiciones y el costumbre, muchas de estas prácticas se han retomado, adaptado y redefinido en el circuito de la migración. Actualmente, en lo local se habla de una cultura de la migración, al retomarse ciertas prácticas que adoptan para reproducirse en aquel país en momentos significativos como, por ejemplo, en las festividades y los jaripeos purépechas.

Entre la comunidad migrante surgen diferentes festividades, las cuales se dividen en sociales: a) bautizos, presentaciones, confirmaciones, primeras comuniones, XV años y bodas; b) en las cívicas como el 5 de mayo, 15 de septiembre y 20 de noviembre; c) en lo religioso festejan a la virgen de Guadalupe, levantamientos del santo niño y los santos patronos de los pueblos como el Santo Niño Chihua de Aranza en California; San Martín Caballero de Tanaco, San Mateo Apóstol de Ahuirán y Ocumicho en Cochella Valler Mecca, California y los de Urapicho hacen lo propio con San Judas Tadeo en Portland, Oregón, aunque otras más de las celebraciones están relacionadas con la cosmovisión de mundo purépecha: como el año nuevo purépecha que se celebra el 2 de febrero, el carnaval, el korpus para invocar la lluvia a los dioses, el robo de la novia y los tumbi jueces durante la semana santa.

Entre toda esta gama de festividades hay una que sobresale, caracteriza y trasciende por su organización transnacional, aquí y allá, se trata de la fiesta del santo patrón San Francisco de Asís en Cherán, en una comunidad con una larga tradición migratoria que data de más de 100 años (Anderson, 1999) y que han formado en aquel país comunidades purépechas transnacionales en donde 21 500 habitantes que viven en la cabecera municipal, actualmente el 50% de su población radica en los Estados Unidos de América (Leco, 2009).

El festejo a San Francisco se celebra el 4 de octubre en Cherán, Michoacán, en donde los migrantes tienen una participación importante al aportar dinero para financiar parte de los eventos que se realizan en la comunidad, los cuales se prolongan por más de dos semanas, un día especialmente está dedicado a los hijos ausentes de Cherán que radican en los Estados Unidos de América.

Aunque el término transnacional no precisamente se refiere a migrar, lo transnacional es más bien un campo social y que ese campo social es una construcción social que puede o no estar vinculada al establecimiento en los Estados Unidos de América o a la cantidad de migrantes. De acuerdo con Glick-Schiller (1992), quien por espacio transnacional señala que es “la construcción de un espacio social que vincula los lugares geográficamente discontinuos y localizados en más de un estado-nación por parte de los transmigrantes que llevan a cabo sus vidas de manera fragmentada. Es decir, los transmigrantes tienen intereses, adquieren compromisos, toman decisiones y mantienen lazos de variada índole que no respetan las fronteras nacionales” (citado por Mummert, 2000: 176).

Aunque los migrantes que radican en los Estados Unidos de América, que no pueden viajar a la comunidad por alguna razón, allá en el otro lado también se han organizado para festejar a San Francisco de forma sincrónica la fiesta se celebra en lugares diferentes: Foley, Alabama; Litter Rock, Arkansas; Bells, Tennessee; Cornelia, Georgia; Burnsville, Zebulon, Wilson y Wendell, Carolina del Norte; Depier, Wisconsin, Reading, Pensilvanya y Batlle Creek, Michigan.

Otro de los eventos son los festivales purépechas que realizan como el de Lynwood, California, que se lleva a cabo desde el año 2005; y en el año 2010 comenzó en Cobden, Illinois, durante el verano y el fin de la temporada de la cosecha del durazno, en cuyo festival predomina la variedad de la gastronomía purépecha, danzas, música regional, exposiciones artesanales, presentación de libros, conferencias y rituales autóctonos.

Otra más de las celebraciones importantes es la que celebra en Portland, Oregón, en donde se realizan concursos de danzas regionales por las comunidades que conforman la región indígena de Michoacán, dándose cita los indígenas de Cheranastico, Capacuaro, Cocucho, Corupo, Urapicho, Quinceo, Aratepacua, Turicuaro, San Felipe de los Herreros y Nurio, y los de Quinceo hacen lo propio en Seattle, Washington (Jones, 2009).

En el marco de esta vinculación binacional se han presentado sucesos importantes que conectan a las comunidades transnacionales, tal fue el caso del movimiento comunal en la defensa de los bosques de Cherán en abril de 2011, en varios lugares de los Estados Unidos de América en donde radican cheranenses se organizaron para realizar diferentes actividades, recabar fondos y enviarlos a la comunidad, como el caso de Durham y Wendell, Carolina del Norte, donde los purépechas se organizaron para apoyar el movimiento comunal en defensa de sus bosques y contra el crimen organizado. En estas actividades, en tres ocasiones se envió dinero para la comunidad que ascendió a 5000 dólares en cada ocasión; esta misma práctica se repitió en varios estados, en total sumaron más de 100 000 dólares que entraron a la comunidad durante los 8 meses que duro el movimiento comunal y que se rige bajo el esquema de un gobierno indígena: El Consejo Mayor basado en usos y el costumbre, único en su género en México y que se ha convertido en un referente inmediato por su estructura, organización e impacto para las comunidades indígenas de México, en su momento mucha de la información circuló a nivel internacional por varios medios.

Como ya señalábamos anteriormente, una de las festividades importantes que sobresale por la cantidad de personas que en ella participan, la derrama económica, el significado que adquiere, conexiones transfronterizas y procesos transicionales, es la fiesta religiosa a San Francisco de Asís que organiza la comunidad migrante de Cherán en diferentes partes de los Estados Unidos, el caso de Wendell, Carolina, es un referente interesante para el análisis.

En el año 2010 en Wendell, Carolina del Norte, se realizó por primera vez la fiesta a San Francisco de Asís, se trató más de una festividad local, pero para el año 2012 el evento se extendió y se invitó a migrantes que radicaban en diferentes partes de los Estados Unidos de América para que asumieran algunas de las comisiones de la fiesta; en esa ocasión el encargado de documentar el evento fue Erandi Video Producciones, es importante señalarlo porque vendió más de 1500 reproducciones, se trata de un documental trilingüe (español, purépecha e inglés) que conecta a las comunidades transnacionales de forma simultánea.

Wendell es una pequeña población del medio rural estadounidense, ubicado a 20 min de Raleigh, la capital del estado de Carolina del Norte, su población oscila entre los 6500 habitantes, además de los migrantes procedentes de diferentes nacionalidades; entre quienes están los purépechas que no aparecen propiamente registrados en el censo de ese país y cuyas principales actividades que destacan son la plantación de tabaco, pino, construcción y sector servicios.

En octubre de 2012, veintiocho cheranenses asumieron el compromiso de ser comisionados y fueron los encargados de organizar la fiesta patronal, se buscó el lugar para la realización del evento y se alquiló un espacio para mostrar su identidad étnica, por la cantidad de 3500 dólares, el dueño de ese predio se dedica a rentar su terreno, mismo que le ha resultado muy redituable gracias a la ubicación, servicios y demanda de la comunidad migrante, ya que se renta para atractivas presentaciones de cantantes y grupos famosos, sobre música popular: Los Temerarios, Tigres del Norte, Liberación, Topaz, Cadetes de Linares, Abril 78 y Los Mier, Los Fredis, Brindis, Terrícolas y Samuray. Pero ahora la comunidad migrante de Cherán ha adoptado ese espacio aprehendiéndolo como algo suyo y denominándolo como el jucharhi ireta purépechakjs kuinchikua (nuestro territorio purépecha), un espacio suyo en los Estados Unidos de América.

El señor Baltazar Enríquez “El Chino” fue uno de los principales cargueros de la fiesta franciscana, asistido por Fidel Romero, Everardo Magaña “El Tzitzillo” y Gerardo Rojas, entre las actividades programadas sobresalen la muestra gastronomía regional (churipo, korundas, uchepos, atoles, pozole, carnitas, mole y postres típicos), trueque (se trata de intercambio de productos comestibles en especie), exposición artesanal (bordados, manufacturas de madera y alfarería), palo encebado, carreras de caballos, jaripeos, castillo y la tradicional uarakua (baile purépecha).

El día de la fiesta a San Francisco los asistentes pagan una cuota cuyo promedio oscila entre los 50 dólares dependiendo de la fe, los festejos dan comienzo a las 5:00 de la mañana con las tradicionales mañanitas, más tarde se celebrá una misa oficiada por el párroco Cristóbal Romero —originario de Cherán— quien ejerce su profesión en Michoacán y viaja especialmente hasta ese lugar “porque la raza así lo quiere”. Posteriormente, se montó una kermés, seguida del jaripeo, la quema del castillo y la tradicional uarakua, el baile. Los comisionados fueron los encargados de organizar desde cuatro meses antes la fiesta y cada domingo visitaban las casas de los connacionales para recolectar dinero. Además, el denominado cargo de comisionados está avalado, sellado y firmado por el Consejo Mayor, nombramiento que surge desde la comunidad de origen para avalar su designación; en Carolina del Norte se ha vuelto una costumbre que viaje alguno de los representantes del consejo local para estar presentes en las festividades.

En el año 2012, el dinero colectado producto de las cooperaciones, entradas y ofrendas puestas en el vestuario de San Francisco “rebasaron los 65 000 dólares”, dinero que se dispuso para pagar los gastos de la fiesta, pago de servicios, seguridad y respecto los billetes verdes colocados en la túnica de San Francisco; el cura fue el encargado de recolectarlo y ocuparlo en las necesidades de la Iglesia del pueblo, además de la colecta en las confesiones y obsequios voluntarios;

[…] por lo que la ida al norte en plan sacerdotal se ha vuelto atractivo y cada año hasta los padres con tiempo de anticipación ya están hablando para ver si este año se va hacer o no, y nosotros lo hacemos con gusto, porque lo que acá se junta allá se necesita (entrevista al Sr. Velázquez, Zebulon, N.C., julio 2013).

En dicha fiesta participan personas de Wendell: Durham, Oxford, Four City, Hickory, Conover, Morganton y Taylorsville, y otros estados como Georgia, Pennsylvania, Virginia y Michigan, Alabama y New Jersey, a quienes se suman otros hispanos como los guatemaltecos, panameños, salvadoreños, hondureños y puertorriqueños, seguramente por la amistad que guardan con los miembros de la comunidad migrante, tan solo en esa ocasión se reunieron más de 10 000 personas (Sr. Leyva, Taylorsville, N.C., julio 2013).

Los cheranenses han elegido precisamente ese lugar por las condiciones que ahí han encontrado: climáticas, oportunidades de trabajo, las leyes antiinmigrantes son más moderadas, redes familiares, oportunidades de fuentes de empleo para los indocumentados y acceso a los servicios básicos. Se trata más bien de un estado que en la última década ha registrado el arribo de nuevos migrantes entre los cuales está la comunidad latina (Hamann, Worttham & Murillo, 2015) y los indígenas purépechas de Michoacán, encontrando en Carolina del Norte el espacio óptimo para mostrar su poder de organización, identidad étnica y fortalecer el costumbre.

Durante la festividad cientos de paisanos hacen largos viajes y ahí se detienen encontrando cierto consuelo, ante la impotencia de no poder viajar a Cherán y estar físicamente presentes en la fiesta, aunque ese día en ambas comunidades transnacionales se colocan pantallas gigantes y los vocalistas de los grupos musicales continuamente reafirman la conexión a través de saludos a Cherán y Wendell, Carolina del Norte, práctica que es financiada por los mismos migrantes; ese es un momento esperado, emotivo e impactante y que solo la tecnología ha sido capaz de generar vínculos transfronterizos.

De hecho la idea original de festejar a San Francisco no nació precisamente en Wendell, previamente se habían dado ya varios intentos en otros lugares como, por ejemplo, hace 15 años en Reading, Pennsylvania, en donde se realizaba en un salón de fiestas, pero el proyecto no perduró por muchos años y como suele suceder hubo diferencias que fragmentaron el grupo, sin embargo, después de algunos años ellos mismos señalan que el reencuentro, la familia y la fe de San Francisco los unió y optaron por establecerse en Carolina del Norte, y después de buscar encontraron el espacio ideal para realizar sus diferentes actividades, entre ellas la festividad en Wendell, que de acuerdo a lo pronosticado ha rebasado las expectativas reuniendo a miles de indígenas, en comparación a los otros lugares en que también realizan festejos en las mismas fechas con otros cheranenses radicados en Cornelia, Georgia; Foley, Alabama; Burnsville, Carolina del Norte y Beattle Creek, Michigan, en donde los eventos suelen ser más chicos y aparentemente de menos impacto.

Jaripeos purépechas en Wendell, Carolina del Norte

En México los jaripeos son una práctica común que forma parte de las festividades religiosas, de la cultura local y de los pueblos, sobre todo del medio rural e indígena, y han sido los propios migrantes los encargados de llevar esta práctica hasta los Estados Unidos de América, aunque los jaripeos no son un asunto meramente de los indígenas purépechas en los Estados Unidos, sin embargo, estos le imprimen su propio matiz; son espectáculos que se están dando en diferentes estados, con otros actores y durante distintas épocas del año.

Los jaripeos son comunes en los estados de Jalisco, Guanajuato, Guerrero y Michoacán, en este último hay un programa de televisión sobre toros titulado: Gigantes del jaripeo, en el cual se difunden espectáculos que se realizan en diferentes partes como Santa Clara del Cobre, Huandacareo, Lagunillas, Nahuatzen y Cherán; pero también los que se realizan en Cristal Lake, Illinois; en los cuales previo al jaripeo hay concursos de toritos de petate, amenizado por el rancho el trébol y patrocinado por varios ganaderos de Michoacán.

Los espectáculos con los animales salvajes son variados, están: a) las corridas de toros, en donde a los novillos se les torea, clavan banderillas y se les da la estocada final hasta alcanzar la muerte, similar a las que se presentan en la plaza de toros de la Ciudad de México y en Sevilla, España; b) los rodeos están intercalados con toros, becerros y caballos, es un asunto más texano del sur de Texas y c) los jaripeos que consisten en las montas a los toros de reparo; en varios estados de los Estados Unidos de América hay jaripeos; es una práctica cada vez más recurrente, no obstante, la comunidad indígena de Cherán le da un sentido original al intercalarlo con música regional, ritos y folklor, como la que realizan en Wendell, Carolina del Norte, representando:

[…] para que acá no se pierdan nuestras costumbres, es por eso que le hacemos el jaripeo a San Panchito, para que nos acompañe, nos una en este país y nos bendiga con la migra […] (Entrevista al Sr. Eliseo, Wendell, N.C., octubre 2012).

Allá en Wendell, las gradas montables sobre tubos de estructura funcionan como los entablados del toril de Cherán. Los toros dan comienzo a las cuatro de la tarde, al igual que en Cherán, las hijas de los comisionados, previo a la corrida de toros, entran bailando vestidas de guares (portando camisas con bordados artesanales, rollos negros, naguas blancas, delantales estampados y peinados de trenzas con vistosos listones) acompañadas de la banda de música que es contratada especialmente para amenizar la ocasión, ondeando servilletas que ellas mismas han hecho con bordados en que plasman mensajes alusivos al jaripeo, como símbolos de identidad étnica, cosmovisión de mundo, reconocimiento a los jinetes y recordar su hombría, ya que en la región purépecha las mujeres no pueden montar toros, es mal visto y atentaría contra la reputación de la persona y de sus familiares.

Para el evento del jaripeo, hay jinetes que han sido invitados especialmente para la ocasión mientras que otros arriban por si solos, quienes no necesariamente pertenecen a la cuadrilla purépecha y que también viven en los Estados Unidos de América originarios del centro occidente de México: Michoacán, Guerrero, Morelos, Estado de México, Oaxaca, Querétaro, Guanajuato, Hidalgo, Puebla y Veracruz (estados donde también hay tradición jarepeyera), quienes compiten por los atractivos premios en efectivo y especie, además de la honorabilidad de representar a sus estados, buscar estatus social entre la comunidad migrante y ser codiciados entre el género femenino.

Previo a las montas hay momentos significativos como el registro en donde los jinetes tienen que mostrar sus mejores credenciales para ser candidatos o no a la competencia, procediendo con el sorteo e invocar las plegarias a los dioses, en su momento, el animador, llama por micrófono a cada uno de los jinetes invitándolos a que pasen al centro del ruedo para ser aplaudidos por los asistentes; se van mencionando los nombres de las personas, lugar de origen en México, en donde radican en los Estados Unidos de América y el nombre de la bestia que montaran se definen con una moneda al aire. Una vez que los jinetes han sido informados, de forma sincrónica se hincan, rezan y se encomiendan a sus dioses mediante la oración a los jinetes que a la letra dice:

Señor, nosotros los jinetes no te pedimos favores especiales, solamente nos des valor y destreza, para realizar nuestras montas, en cada uno de los jaripeos, en donde arriesgamos la vida, señor tú que fuiste jinete del apocalipsis en esta vida.

Vida que quieres que vivamos con el único fin de ganarnos el pan de cada día y divertir a tus hijos, queremos pedirte humildemente que llegando el último e inevitable y gran jaripeo, para nosotros cuando las piernas con todo y espuelas se aflojen y nuestros abrazos no soporten el chicoteo del último reparo.

Y tu señor cuando nos llames allá contigo, donde todas las tardes serán de triunfo y gloria para nosotros y nos digas dale puerta fuera capas, vengan los cabezales, mis valientes tu manto la he dado por buena amén (Entrevista al Sr. Ramos, Wendell, N.C., octubre 2012).

Durante el transcurso del jaripeo, cada uno los doce jinetes toma su turno, monta el toro y el público evalúa a través de los aplausos, dependiendo de ello se les premiara o no; una vez que el jinete ha terminado su monta se le invita a pasar al centro del ruedo y junto con los guares (mujeres) bailan al ritmo de una pirekua, justo en ese instante a los jinetes se les coloca entre sus hombros diferentes prendas: camisas, pantalones y cobijas, como una forma de reconocer su valentía. En ese momento los comisionados se acercan a celebrar acompañados de unos tragos de tequila y obsequios de botellas de vino para que los comparta con sus paisanos, además aparte del premio en efectivo. Al final del evento se da a conocer el ganador, cuyas cantidades van desde los 100 dólares hasta los 1500 dólares, solo uno de ellos lograra llevarse el premio mayor además de la palma que está hecha de madera en forma de un triángulo tapizada de ropa, servilletas bordadas, accesorios y aparatos electrodomésticos, resultado de las donaciones simbólicas de los parientes de las guares y de la comunidad entera que conjuntamente puedan sumar los 5000 dólares, cantidad onerosa que atrae la atención de los jinetes de todas partes, de ahí que la fiesta de los cheranenses en Wendell se haya vuelto tan famosa

Como se observa, las premiaciones que realizan los miembros de la comunidad migrante de Cherán en los Estados Unidos de América son atractivas y no hay cabida para todos los jinetes que compiten, sin embargo, ese día se dan cita todos los aficionados, desplazándose desde diferentes partes para participar en la fiesta, porque no siempre los hay ya que los jaripeos no están autorizados en todos los lugares por lo que buscan la manera y el momento para realizar sus rituales, mostrar su cultura local, reafirmar su identidad étnica. Se trata, pues, de prácticas que se han llevado directamente desde la comunidad de origen como parte de su “equipaje cultural” (Boruchoff, 1999).

En los Estados Unidos de América para algunos purépechas ser jinete forma parte de un estilo de vida, por ejemplo, uno de ellos se siente orgulloso al señalar que:

[…] si yo soy aficionado a los toros, me gusta un chingo, cuando estaba en Cherán, en cada jaripeo seguro montaba uno, y pues cuando uno se viene para acá, el gusto no lo puedes dejar allá te lo traes por dentro. Yo cuando me entere que acá también se hacían jaripeos, me emocione un chingo y me vine a vivir aquí cerca de Wendell, porque aquí la raza es bien jaladora, organizan la fiesta y los toros no pueden faltar, así como debe de ser pues, casi igual como en Cherán, como ya, ni modo que allá nomás estén festejando y acá nada. […]. Es bonito montar toros, es mucha adrenalina, es riesgoso, yo empecé a montar por necesidad y también me vine para acá por necesidad, pero montar me gusta, aparte pues para mantener nuestras costumbres, la diversión y más si te pagan en dólares carnalito, pos mejor todavía […]. (Entrevista al Sr. Enríquez, Wendell, N.C., mayo 2013).

Este testimonio nos muestra que para los jinetes el montar toros forma parte de una afición, de su estilo de vida y cultural, que no están fácilmente dispuestos a abandonar y despojarse al momento en que migran, por el contrario, reproduce esta práctica, aunque no es igual que en el pueblo, pero tratan de asemejarla lo más posible a Cherán. Por otro lado, esos espacios también sirven para convivir y socializar con su comunidad, mantener activa la tradición de la fiesta patronal y están conscientes de que no en todos los lugares se les permiten realizar este tipo de prácticas por los problemas que esto puede implicar; porque a pesar de que los jinetes tengan que mostrar su hombría es riesgoso, el costumbre y la necesidad económica se vuelven determinantes para tomar este tipo de decisiones.

Mientras tanto, en los Estados Unidos de América para la realización de los jaripeos hay ganaderos, compañías y personas que ofrecen los servicios de ganado, renta de muebles montables para armar los corrales, además de los animadores, cuadrillas de jinetes, lazadores, mecates especiales para el amarre, quienes van de una fiesta a otra y cuentan con los permisos necesarios y han invertido en ello porque se trata de un negocio rentable y buscan mantener esa tradición jaripeyera del pueblo mexicano.

Los jinetes se caracterizan por su peculiar forma de vestir portando camisas de cuadros, colores vistosos y estampados, pantalones ajustados, cintos piteados, botas de cuero, espuelas, sombrero y chaparreras; este el momento en donde sacan a relucir su identidad de género, masculinidad y hombría ante las uriskiris (jóvenes mujeres) ahí presentes y que puede ser el inicio de una nueva relación social, pero también de las reconfiguraciones familiares de hombres y mujeres que previamente ya estaban casados, lo que denota otro tipo de problemas familiares.

En la región purépecha, los jinetes son hombres acostumbrados al trabajo duro, pesado y riesgoso, y son precisamente ellos quienes han migrado, superando las barreras que implica cruzar la frontera entre México y Estados Unidos de América y no tienen más opciones que asumir el peligro. Comúnmente, los jinetes no cuentan con altos grados de escolaridad que les permita acceder a otro tipo de beneficios, porque su afición la tienen muy clara, aunque en la comunidad indígena, a los jinetes se les admira no solo por su situación migratoria, sino porque son capaces de demostrar su valentía, tradición familiar y los encargados de preservar la tradición.

El ser jinete está relacionado con las etapas de la vida del individuo, normalmente se trata de “varones maduros”, al menos así se identifican conforme a los usos y costumbres de la comunidad indígena, ellos han superado muchas de las pruebas demostrando su hombría; las edades fluctúan entre los 20 y 40 años de edad y continuarán en esto mientras su cuerpo se los permita y antes de que su ciclo como jinetes concluya.

A los jinetes constantemente se les asocia con el consumo del alcohol, juegos clandestinos, “la vida galante”, música asociada a los narcocorridos, fuertes emociones psicológicas, cuestionamientos familiares por los riegos que conlleva la práctica de la monta, desintegración familiar, aventuras con mujeres y fuertes depresiones emocionales cuando hay fracturas que los alejan de los ruedos. En lo particular, en la comunidad migrante de Cherán hay un famoso jinete apodado El Chiripas, se trata de un señor de 35 años de edad, aunque no es una actividad reconocida dentro de las profesiones en México, mi entrevistado de eso vive, durante años se ha dedicado a este oficio del cual se siente orgulloso; actualmente radica en Kentucky, Estados Unidos de América, entre la comunidad migrante todos lo reconocen, figura a nivel nacional y ha participado en diversos torneos internacionales en California, Texas, Alabama, Illinois y Missouri, su más reciente participación la tuvo en la plaza México de Stamford, Carolina del Norte, torneo que se realizó por etapas eliminatorias en que participaron connacionales de diferentes partes de México y de otros países. En esa ocasión, El Chiripas fue el vencedor montando al “demonio negro” que con sus reparos lo llevo al triunfo. Ahora este jinete tienes sus propios fans gracias a los videos que se han difundido por las redes sociales, los cuales se pueden consultar en El Chiripas 2012, así es este mítico personaje donde:

El Chiripas es un jinete buenísimo, varias veces ha venido para acá, para montar toros, cuando viene toda nuestra raza va a verlo y se le deja ir entregándosele, […] su cara la tiene bien marcada con cicatrices, pero no se raja, dice él que él a eso vino a este mundo para darle diversión a su raza y quisiera que muchos otros se sumaran para conservar nuestras raíces […] (Entrevista al Sr. Alvarado, Durhan, N.C., julio 2013).

Como vemos, el ser jinete es un oficio riesgoso, han sucedido casos de personas que han muerto durante las montas debido a las cornadas, al momento en que el toro los avienta y caer en mala posición, pisoteados y con fracturas graves, pero morir en el campo de batalla es lo que ellos desean, aunque no es lo mismo en México que en Estados Unidos más cuando se trata de migrantes indocumentados. En Estados Unidos de América conlleva una serie de problemas que tienen que enfrentar: desde a quién se le hará responsable de lo sucedido, el traslado del cadáver, trámites legales y administrativos entre las dos naciones, son ejemplos de casos que pasan de lo ilegal a lo legal en donde interviene la Secretaría de Relaciones Exteriores para el traslado de cadáveres.

En la comunidad purépecha la monta de toros está asociada a las etapas del individuo, ritos y creencias, un jinete antes de montar debe demostrar tener previo entrenamiento físico, emocional y espiritual, para ello se requiere:

[…] el tener que comerse los huevos de los toros, tomar sangre para tener valor de enfrentarse a su enemigo, llevarle una veladora y rezarle al gran “toro de piedra” que se encuentra en las faldas del cerro de San Marcos en Cherán y […] negociar con la esposa para que le de permiso de salir y hacer las montas, desde luego que la situación no es fácil y antes de tomar decisiones se tendrá que pensar bien sobre lo que se quiere hacer, porque aquí ha visto algunos casos de quienes están dejados de sus esposas porque ellas dicen que no entienden, se van sin permiso, duran a veces días fuera de la casa, no traen para el gasto, se la pasan borrachos, en los bailes con las fulanas, nomás se la pasan mensajeando, descuidan a los hijos, se la pasan enojados, yo creo que estos a veces le echan algo […] y por eso las golpean, […], para la afición es fuerte (Entrevista al Sr. Leyva, Cherán, Mich., julio 2013).

Otro de los eventos importantes en la fiesta de San Francisco en Wendell, Carolina del Norte, son las carreras de caballos en la cual se apuesta además del honor, orgullo y prestigio, como el caso de:

[…] el mentado Tzitzillo tiene su propia caballeriza, se juegan competencias, además del honor, orgullo y prestigio, en esa ocasión quedo pendiente una carrera de compromiso entre el Tzitzillo y el Gemelo de Cherán, se apuesta mucho dinero y por estos días la tienen planeada hacer, […] lo que pasa es que ha visto muchos problemas de indisciplina y están pensando ya mejor quitar eso, pero muchos otros no quieren (Entrevista al Sr. J. Encarnación Ramos, Taylorsville, N.C., julio 2013).

Desde luego que este tipo de prácticas, así como las peleas de gallos y otras actividades puden ser ilícitas porque no están regularizadas en aquel país y están fuera del marco legal, pero los purépechas se las han ingeniado para llevarlo a cabo, aunque se trate de actividades clandestinas, que se convierten en públicas cuando se presentan problemas, pleitos y reclamos, justo en ese momento la justicia tendrá que intervenir.

Al final del jaripeo, se ofrece un baile que se utiliza para divertirse, relajarse y encuentros de parejas, los jóvenes cazaderos vestidos de vaqueros andan rondando el ruedo con el objetivo de entablar algún tipo de relación amorosa con jovencitas pertenecientes a su misma comunidad con planes de un posible casamiento, es la forma que los padres les han inculcado como una manera de mantener la tradición con alguien perteneciente a su propia cultura, conservar la identidad étnica y signo de que el matrimonio será prospero, porque se trata de su misma raza, conoce el costumbre y el papel de género que representa el ser tataka (hombre) y nanaka (mujer); que en la cultura purépecha están bien definidos, marcados y atados por el costumbre.

Ese día de la fiesta, por la noche, en el baile, el principal organizador del evento hace una serie de reflexiones las cuales comparte con los ahí presentes:

Gracias a todos por estar aquí y es que organizar algo así no es fácil, como lo estamos haciendo nosotros aquí en este país, […] conservando lo nuestro, […] somos ejemplo de toda esta gente de esta área, […] pero queremos que sepan que Cherán si puede aquí y allá, […] para todos aquellos que no quieren aceptar y cooperar porque no están de acuerdo con lo que hacemos y piensan que solo lo hacemos para quedarnos con el dinero, […] si en Cherán nuestra raza pudo aguantar el movimiento comunero en la defensa de nuestros bosques, porque nosotros no podríamos hacer algo tan grande en este país, y solo unidos podremos salir adelante […] somos ejemplo señores, arriba Cherán […] (Entrevista al Sr. Baltasar Enríquez, Wendell, N.C., octubre 2012).

Este mensaje fue un momento emotivo para los presentes, que con aplausos ovacionaron a su líder migrante, quien les dibujo un panorama sobre la importancia de realizar este tipo de eventos en los Estados Unidos de América, sobre todo a los paisanos que rechazan este tipo de prácticas y no aceptan algún tipo de cargo, quienes tampoco cooperan y niegan su identidad de migrantes, ilegales, hispanos, mexicanos, indígenas y purépechas en los Estados Unidos. También les recordó que solo unidos podrán salir adelante en ese país para protegerse de otros grupos raciales, leyes antiinmigrantes y abusos, mientras que en México su situación como migrantes es fundamental de su colaboración para hacer aportaciones económicas como lo han hecho en los últimos años y promover proyectos productivos que benefician a la comunidad y patrocinar festividades.

Ese día de la fiesta los comisionados se mostraron uniformados con un mismo estilo, marca y color de ropa, pantalón, cinturón, además portaban un morral que anunciaba el nombre y lugar de la fiesta, en la cual portaban botellas de vino que previamente habían sido obsequiadas por alguno de sus familiares. Familiares que hicieron el viaje especialmente para la ocasión, para cumplir con el compromiso familiar y refrendar el parentesco y preservar los rituales; no obstante, los comisionados son los encargados de compartir el vino con todos los miembros de la comunidad ahí presentes como una ofrenda y símbolo de respeto, convivencia y socialización, tal y como lo marca el costumbre purépecha.

En una festividad así se aprovecha cada momento para saludar a los familiares que viajen desde diferentes partes de los Estados Unidos de América, así como a los amigos de la infancia, paisanos y para conocer a las nuevas generaciones de migrantes; después de años de no verse, en ese lugar se pueden reencontrar, al respecto uno de ellos no pudo contener la emoción y orgulloso señala:

[…] Yo soy purépecha de corazón jaripeyero. Aquí encontré a mis compañeros de la primaria, ya todos casados, con sus hijos y nietos, hay gente que te saluda, algunos sin que sepas quienes son o a que familia pertenecen, pero eso es lo bonito y la emoción de asistir a la fiesta, […] viene gente de todas partes del este de Estados Unidos, porque saben que acá se pone bien […], por eso uno ya ni se busca para allá, aquí hay todo, yo me vine en 1991 de Cherán y no me he ido (Entrevista al Sr. Leyva, Taylorsville, N.C., julio 2013).

Por otra parte, uno más de mis entrevistados, quien lleva doble vida, con una esposa purépecha en México y otra puertorriqueña en los Estados Unidos de América, lleva radicando 22 años en este último país y parte de sus hijos han nacido ahí, con el corazón partido y ante un gran dilema está orgulloso de su cultura purépecha y no quiere que las costumbres en los Estados Unidos de América se pierdan:

En el baile hay mucha gente, unos nada más asisten al baile, ahí se toca música popular, pero lo que más nos gusta es la música nuestra de las uarakuas, y uno cuando las escucha se acuerda de su tierra, familia, y acompañados del alcohol es una forma en que nos desahogamos, de que estamos lejos, […] esto es lo que ha hecho la migración de nosotros, a veces no tomar buenas decisiones, pero ni modo hay que ir enfrentado las cosas, a veces también tengo que ir a ver a mis otros hijos allá en México (Entrevista al Sr. Ricardo, Reading, Pennsylvania, julio 2013).

Desde luego que la migración tiene varias facetas y en ocasiones ni los mismos actores alcanzan a entender algunas de ellas como, por ejemplo, los oriundos se cuestionan el por qué hay cheranenses en todas partes, comúnmente sale a relucir el nombre de esa población, ya sea positiva o negativamente, dependiendo de la noción que se estudie, respecto a sus luchas sociales, migración internacional y festividades transnacionales, al respecto uno de ellos se cuestiona:

Quién sabe porque los cheranenses seremos tan unidos y pachangueros, pero mero nos gusta, […] pero a los hijos hay que ir enseñándoles nuestras costumbres, y a ellos también les empieza a gustar, aunque no entiendan la música en tarasco, y ni sepan mucho de las comidas atapakuas de nuestra región; ellos le entran, porque saben lo que es lo nuestro, el de sus papas, […] ahorita ya son pura gente nueva que uno ve en la fiesta, todos los comisionados son menores de 40 años y así es como los nuevos se van encargando de ir haciendo nuestras costumbres, para que no se pierdan en este país […] (Entrevista al Sr. Rojas, Taylorsville, N.C., junio 2013).

Como podemos obervar en el testimonio, es interesante cómo la cultura purépecha se va transmitiendo de generación tras generación a pesar de estar en otro país, por lo que se reafirma que con la migración la cultura no desaparece, por el contrario, esta se fortalece.

CONCLUSIONES

Dentro del concepto de cultura pueden caber muchos aspectos, sin embargo, los jaripeos se derivan de ello, los purépechas se han llevado de su terruño y estos los han estado reproduciendo en los Estados Unidos de América, de forma igual, parecida o semejante a las que se realizan en su natal pueblo.

En los Estados Unidos de América hay varios lugares en donde se realizan rodeos, aunque los purépechas han optado por los jaripeos, a los cuales les han impreso su propia identidad étnica y los distinguen, no me atrevería a decir únicos en su género en ese país.

La comunidad migrante de Cherán realiza varias actividades que los caracterizan en los Estados Unidos de América, los jaripeos no son los únicos, existen otros ejemplos que le dan identidad étnica como el uso de la medicina tradicional, el robo de la novia, el año nuevo purépecha, el korpus, los tumbi jueces, las limpias, brujería, creencia asociadas a la naturaleza, cosmovisión de mundo, mitos, leyendas, cuentos, dichos, refranes; aunque por ahora solo nos detuvimos a analizar los jaripeos, lo cierto es que los purépechas tienen una gran riqueza histórica, cultural y simbólica que les da identidad aquí y allá.

Los festivales purépechas más importantes que se realizan en Portland, Oregón; Seattle, Washington; Lynwood, California y Cobden, Illinois, llegan a reunir hasta 10 000 personas procedentes de diferentes comunidades de la región purépecha que radican en los Estado Unidos. Lo que ahora presentamos es tan solo una muestra del legado histórico, cultural y simbólico de la cultura Purépecha, que está relacionado con lo autóctono, cosmovisión de mundo e identidad étnica en otro país.

En esta ocasión tratamos un caso representativo como lo es el de Cherán, debido al colorido que le imprimen, sin embargo, los jaripeos se realizan en otras partes de los Estados Unidos de América como California, Texas, Chicago, Kentucky y Michigan con otras étnias mexicanas, en otros espacios geográficos y bajo otro tipo de necesidades.

REFERENCIAS





Jones, L. (2009). Documental de radio sobre la comunidad Purhépecha. Seattle, WA, United States of American.