RESUMEN
Se ha reportado en diferentes estudios que elevados niveles de ansiedad representan un factor psicológico que se asocia a la hipertensión arterial. Sin embargo, son pocos los estudios sobre la posible relación entre la preocupación patológica y la hipertensión arterial, lo cual es el objeto de estudio del presente trabajo. En la presente investigación se utilizó una muestra de 306 personas, divididas en dos grupos (hipertensos n = 153 y normotensos n = 153) pareados por sexo, edad, estado civil y escolaridad. A los grupos se les aplicó el Penn State Worry Questionnaire, el Beck Anxiety Inventory y el Beck Depression Inventory. Los resultados muestran niveles de preocupación patológica, ansiedad y sintomatología depresiva más elevados (todas con p < 0.001) en el grupo de hipertensos. Se señala como principal limitación que no se controló el tipo de tratamiento ni posibles efectos secundarios. No obstante, los hallazgos apoyan la intervención sobre la preocupación patológica en pacientes hipertensos.
ABSTRACT
Diverse studies have reported high anxiety levels as a main factor associated with hypertension. However, there are few studies showing the possible relationship between pathological worry and hypertension; hence it is the main focus of this study. Sample size consists of 306 male and female participants (n = 153 hypertensive and n = 153 normotensive), who were paired according to sex, age, marital status, and education level. Penn State Worry Questionnaire, Beck Anxiety Inventory and Beck Depression Inventory were applied in both groups. Results indicate higher levels of pathological worry, anxiety and depressive symptoms (all with p < 0.001) in the hypertensive group. The main limitation of our study is that the type of treatment administered to our sample was not controlled, nor the possible side effects. However, our results suggest that the intervention on pathological worry could be beneficial for hypertensive patients.
INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2012) señala que la hipertensión arterial (HTA) aumenta el riesgo de infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal. Se calcula que la HTA representa casi el 13% de la mortalidad mundial. De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana (NOM-030-SSA2-1999) para la prevención, tratamiento y control de la HTA, en México ésta es una de las enfermedades crónicas de mayor prevalencia, ya que un 30.7% (Guadalajara, 2006) del total de la población, entre los 20 y los 69 años, la padece. Se distinguen dos tipos de hipertensión arterial: la esencial o primaria, cuyo origen no puede ser determinado orgánicamente, y es la más frecuente (entre el 80% y el 95%); y la secundaria, ocasionada por un daño orgánico identificado (Guadalajara, 2006).
La HTA esencial es un problema de salud de origen multifactorial, entre los que pueden distinguirse los de tipo biológico, comportamental y psicológicos (Espinosa, García-Vera & Sanz, 2011; Magán, Sanz, Espinosa & García-Vera, 2013).
Existe consistente evidencia respecto a que elevados niveles de ansiedad, estrés y depresión se asocian a la HTA (Muriel, Benavides, Bueno, Cuadros & Echeverri, 2006). Sin embargo, debe comentarse que en algunos estudios se ha reportado ausencia de relación entre ansiedad y HTA y depresión y HTA (Gaviria et al., 2009; Huh, Carlos, Kimball, St. Jeor & Foreyt, 2001).
Se ha propuesto que las situaciones de alto estrés provocan una activación cardiovascular cuyos efectos varían dependiendo de la regulación de la expresión de sus emociones (Novaes, Bignotto, Justo & Gomes, 2006). Los efectos negativos pueden ser debidos a que las emociones se asocian a un estado de agitación, temor e incertidumbre que llegan a provocar ciertos efectos directos sobre el sistema cardiovascular, o como consecuencia de algunos efectos indirectos sobre la conducta (por ejemplo, malos hábitos alimenticios, sedentarismo y dependencia al cigarro, alcohol u otras sustancias).
Espinosa et al. (2011) han señalado que los modelos biopsicosociales de la salud han ignorado los procesos cognitivos dentro del estudio de la hipertensión arterial y se han centrado solamente en el estudio de la activación fisiológica que ocurre frente a situaciones de estrés. Los mismos autores subrayan la importancia de los procesos cognitivos, ya que son capaces de mantener las respuestas individuales al estrés en ausencia de estresores objetivables. El mantenimiento de la respuesta supone una exposición crónica al estrés y, por lo tanto, una respuesta cardiovascular anómala prolongada.
Brosschot, Pieper & Thayer (2005) han sugerido que la elevación del nivel de activación cardiaca en la vida diaria puede derivarse de representaciones cognitivas generadoras de estrés, a las que dan el nombre de perseveración cognitiva. Explican, además, que tales representaciones pueden ser de eventos pasados que se vivieron con gran nivel de ansiedad, o bien, de la anticipación de posibles amenazas futuras. Pieper, Brosschot, Van Der & Thayer (2007) señalan que la preocupación es una representación cognitiva del estrés que se mantiene a través del tiempo y que es capaz de incrementar la excitación fisiológica debido a que implica características análogas a la experiencia directa de un evento nocivo que genera estrés. Brosschot, Gerin & Thayer (2006) agregan que la preocupación tiene la capacidad de incidir sobre la salud del individuo, ya que prolonga la actividad fisiológica del estrés, lo cual se ve reflejado en una activación cardiovascular, endocrina e inmunológica prolongada, especialmente si se combinan con los efectos de otros factores de riesgo como fumar o no realizar ejercicio físico.
Pieper, Brosschot, Van Der & Thayer (2010) comprobaron la hipótesis de que el aumento del ritmo cardiaco ocurre no solamente durante episodios de estrés, sino también en ausencia de una fuente de estrés presente “objetivo”; es decir, aparece cuando es representado de forma cognitiva al anticiparlo (durante los episodios de preocupación) o al recordarlo.
Debe destacarse que la preocupación ha sido concebida como un mecanismo a priori “no patológico” y ha sido definida como una experiencia común, constructiva y, en ocasiones, necesaria para tratar de resolver problemas (Kelly, 2002). Sin embargo, se debe distinguir de la preocupación “patológica” que se ha conceptualizado como una disfunción del mecanismo de solución de problemas que se asocia a elevados niveles de ansiedad y exacerba el malestar que experimenta el individuo (Davey, 1994).
Particularmente, el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es la alteración por excelencia de la preocupación patológica, y se caracteriza por la presencia de preocupación “ansiosa” (expectativa ansiosa o preocupación) que el paciente refiere incontrolable y muy frecuente, respecto a diferentes temáticas (American Psychiatric Association [APA], 2013). Existe notable evidencia que relaciona el TAG con la HTA con independencia de la sintomatología depresiva (Tully, Cosh & Baune, 2013), aunque no queda claro el papel de las variables sociodemográficas, ya que en el estudio de Sareen, Cox, Clara & Asmundson (2005) se halló ausencia de relación cuando se ajustaba con otros trastornos mentales y variables demográficas.
Hill (2009) reportó relación entre la preocupación patológica (utilizando el PSWQ [Penn State Worry Questionnaire]) y la presión arterial en muestras de estudiantes universitarios. Pieper et al. (2010) también midieron el rasgo de preocupación patológica (medido con el PSWQ), el cual resultó significativo en relación con la HTA en población sana. Sin embargo, cuando se agregaban las variables biocomportamentales (sexo, edad y masa corporal), los efectos de dicho rasgo no resultaban significativos.
Por ello, el objetivo principal del presente trabajo es comparar los niveles de preocupación patológica en hipertensos y participantes normotensos, haciendo uso de muestras pareadas en las variables sociodemográficas controladas.
MATERIALES y MÉTODOS
Participantes
Se utilizó una muestra de 306 personas mayores de edad de ambos sexos, quienes participaron de forma voluntaria y anónima en la investigación. Se distribuyeron en dos grupos. El primero, el grupo de hipertensos (n = 153), fue tomado del programa crónico degenerativo (generado por la Secretaría de Salud de Michoacán, México, que ofrece atención a pacientes con diagnóstico de HTA o diabetes). En este grupo se utilizó como criterio de inclusión haber recibido el diagnóstico de hipertensión arterial con valores de tensión sistólica/diastólica > 120/> 80 mmHg, siguiendo los criterios del VII Informe de la Comisión Nacional Conjunta para la Prevención, Detección, Evaluación y Tratamiento de la HTA (Chobanian et al., 2003). El segundo fue el grupo control, que estuvo conformado por personas sanas (n = 153) usuarias del centro de salud que como criterio de inclusión debían referir que nunca habían recibido el diagnóstico de hipertensión arterial y obtener una presión arterial normal con cifras tensionales sistólica/diastólica de < 120/< 80 mmHg. Como criterio de inclusión para ambos grupos fue que los participantes debían saber leer y escribir.
Instrumentos
Se utilizó la versión española del Inventario de Preocupación de Pensilvania (Penn State Worry Questionnaire) de Meyer, Miller, Metzger & Borkovec (1990). Evalúa la tendencia general a preocuparse o preocupación-rasgo, lo cual juega un papel importante en los procesos emocionales y muy relevante en el TAG. Diseñada para personas adultas, presenta una elevada consistencia interna y una estructura unidimensional. Se utilizó la traducción realizada por Sandín, Chorot, Valiente & Lostao (2009) que en población mexicana (Martínez-Medina & Padrós-Blázquez, 2014) mostró un elevado coeficiente alfa de Cronbach (α = 0.860), además de adecuada validez convergente y discriminante, también se corroboró que es una variable estable, pues la fiabilidad test-retest fue de r = 0.782.
El Inventario de Depresión de Beck (Beck Depresion Inventory [BDI]) se utilizó en su versión mexicana adaptada por Jurado et al. (1998). Este inventario tiene 21 ítems (y un adicional), en cada uno de los cuales se debe elegir entre cuatro enunciados que describen el estado de la persona, en una escala de cuatro puntos (de 0 a 3). El BDI presenta una consistencia interna de alfa de Cronbach 0.78 en población general y posee una adecuada validez concurrente.
El Inventario de Ansiedad de Beck (Beck Anxiety Inventory [BAI]) fue utilizada en su versión mexicana adaptada por Robles, Varela, Jurado & Páez (2001). El inventario consta de 21 ítems calificados en una escala de cuatro puntos (de 0 a 3). La puntuación media en población general es de 12 (DE = 9.3) y para pacientes con trastornos de ansiedad de 36.9 (DE = 12.6). El BAI presenta una consistencia interna de alfa de Cronbach de 0.84 en estudiantes universitarios y de 0.83 en población general. Cuenta con una confiabilidad test-retest de 0.75 y una correlación de 0.60 con la escala de ansiedad estado y de 0.59 con la escala de ansiedad rasgo (Inventario de Ansiedad Rasgo Estado [IDARE]).
Procedimiento
El diseño del estudio fue ex post facto, transversal con muestras pareadas. El protocolo fue aprobado por el Comité de Investigación y Ética de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Se pidió permiso al director del Centro de Salud, Juan Manuel González Urueña, de Morelia, para tomar una muestra de aproximadamente 300 personas de ambos sexos, distribuidos en dos grupos. Todos los participantes de la presente investigación fueron informados de los objetivos y condiciones de la misma y, posteriormente, firmaron un consentimiento informado. Los participantes de la muestra con HTA fueron diagnosticados de hipertensión arterial por un profesional especialista en medicina que realizó el diagnóstico haciendo uso de los criterios del VII Informe de la Comisión Nacional Conjunta para la Prevención, Detección, Evaluación y Tratamiento de la HTA (Chobanian et al., 2003). Dos psicólogos ajenos a la institución de salud aplicaron los instrumentos, de forma que una vez adquiridas y conocidas las características sociodemográficas de gran parte de la muestra con HTA buscaron propositivamente participantes (otros usuarios) con dichas características similares. Los instrumentos aplicados fueron el PSWQ, el BDI y el BAI y se administraron entre febrero y julio de 2013. La duración aproximada de la evaluación total fue de 30 min en una única sesión durante la espera del paciente para acudir a su consulta médica. Los datos referidos a la presión arterial se extrajeron de los expedientes (historia clínica) del médico que los atendía. El análisis de la información se realizó por medio del programa SPSS Statistics 20. Para los análisis se utilizó la prueba t de Student Fisher, y previamente se aplicó la prueba de Levene de homgeneidad de varianzas (en caso de salir significativo se utilizó el índice t de Student corregido) cuando se compararon variables cuantitativas entre ambos grupos. En los casos que se comparaban variables cualitativas se aplicó la prueba χ2.